sábado, 8 de noviembre de 2008

Fotografiando las flores.


El año 2007 trajo consigo un interés creciente por las flores. En general, las formas de las plantas son un reto visual por el diseño de patrones frecuentemente espirales o reticulares que ostentan. Los juegos de luz en la transparencia de sus superficies maravillan con estructuras que sostienen un apacible modo de vida: absorber esta agua, captar esta otra luz, ¿que hago con el suelo? ah, si: debo elaborar azúcar... ¿y qué más? ¿crecer?


Al fotografiar una planta pienso en lo que debe sentirse ser ella misma... libre en el suelo o confinada a ser la compañía del hombre dentro de una habitación, la observación de todos los puntos posibles es necesaria para comprender su forma, y más aún, ya que nos estamos tomando la atribución de ser su intérprete, llegar al conocimiento de su personalidad.

El sentido de la forma es uno de los dos recursos que a mi juicio requiere un fotógrafo. El otro es sentido de la luz. Como ya dije, la técnica es solo una cuestión de ejercicio, de constancia. Es exactamente lo mismo que aprender a escribir... cualquiera debe aprender a escribir, y de hecho cualquiera puede hacerlo, porque todo aquello que quiera decirse es dicho con el mismo alfabeto que todos conocen. El manejo de una cámara es algo que se aprende en un par de días, y sólo el hecho de enfocar rápido, o dominar la hiperfocal, iluminar bien con flash, o conocer todos los objetivos de la marca no hacen ni por un momento al fotógrafo.

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