martes, 1 de mayo de 2012

Cuando al nombre de algún animal le acompaña el nombre de otro, el hombre suele otorgarle características que ha reconocido en el primero: es el caso de nuestra amiga, una araña lobo, cuyo papel, como casi todos los arácnidos, es el de cazar por los rincones de algún jardín, pradera o coladera. Para nosotros y nuestra escala habitual, una de estas magníficas depredadoras es susceptible de quedar bajo la suela, pero si te dedicas a cantarle al amor como los grillos, es como para morirse uno.


 Con la ayuda de un viejo truco de acoplar un teleobjetivo y un granangular por los frentes, se ha realizado esta toma por los alumnos de Fotografía especializada y un servidor, dentro de las experimentaciones de fotografía científica, en el uso de la óptica macro y una lámpara de luz de Wood. Una gozada esta sesión.