Cuando se viaja se corre un peligro, que es el de acabar tirando fotos como si se fuera turista japonés... lo cual quiero evitar a cada momento. Una buena medida para hacer las fotos excepcionales que busco es el de conocer a fondo el sitio, para mirarlo como viejo conocido. Se necesita eso para saber qué es lo que voy a fotografiar, porque lo más simple es lo más llamativo al primer golpe de vista. Esa es la caza que siguen los turistas de la foto. Por eso las cámaras pequeñas y sencillas sirven como un cuaderno de apuntes, para guardar un registro de aquello que más tarde será edificado como una obra completa.
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